Crisis europea similar a crisis latina de hace 30 años


Hace 20 años algunos paises de Latinoamerica como Mexico, Uruguay, Argentina y Brasil se encontraron presos de una deuda en dolares de la cual no eran capces de salir. Hoy en Europa, algunos paises se encuentran en circunstancias similares con deudas en euros que no está claro si podran asumir.

La Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional creyeron que evitarían la quiebra de la endeudadísima economía helena inyectándole 110.000 millones de euros. Y que de paso se despejarían todas las dudas sobre la solvencia de la periferia de la eurozona. Lo hicieron en mayo de 2010; un año más tarde nada parece haber cambiado. Irlanda y Portugal corrieron igual suerte, y Grecia ya se plantea la suspensión de pagos. Los economistas miran al pasado, comparan, y alertan de que la situación se parece demasiado a la «década perdida» por Iberoamérica.

La exportación de petróleo y las jugosas inversiones —a cambio de generosos intereses— de bancos y grandes compañías norteamericanas permitieron a los países de la región vivir años de bonanza durante la década de los 70. Pero el festín terminó y México, en agosto de 1982, reveló una deuda pública del 74,7% de su Producto Interior Bruto anunciando que ya no podía pagar a sus acreedores. Argentina, Brasil, Venezuela, Chile y Uruguay confesaron luego estar en igual situación.

Hoy, el nivel de endeudamiento de Grecia alcanza el 142,8% del PIB. Portugal llega al 93%, Irlanda al 96,2%, Bélgica al 96,8%, España al 60,1% y la deuda pública italiana roza el 120% de su PIB.

El Gobierno griego se esfuerza para que la historia no se repita. Atenas prepara otro recorte del gasto, nuevas medidas de recaudación fiscal y la privatización de empresas públicas para ahorrar 6.000 millones más y cumplir con los compromisos de saneamiento adquiridos con Bruselas y el FMI para su rescate.

Hace treinta años, el FMI también expidió su habitual receta a México y las demás naciones de la región en coma fiscal: préstamos —es decir, rescates— a cambio de más ajustes y más impuestos. Se aplicaron durante casi diez años pero no surtieron efecto. La región no sólo no levantaba cabeza sino que su situación empeoraba. No tuvieron más salida que la suspensión de pagos.

La troika (la UE, el FMI y el Banco Central Europeo) analizan ahora en Atenas si los planes griegos marchan como debieran. Todo indica que no. Según la oficina de estadística europea, Eurostat, el déficit público heleno fue en 2010 más elevado de lo previsto, al alcanzar el 10,5%, y la deuda pública escaló al 142,8%, la más elevada del Viejo Continente. La Comisión Europea y el FMI han dado un ultimátum a Grecia: o acelera y profundiza en ajustes y reformas o el país estará condenado a reestructurar su deuda. Esto es, a retrasar o incluso suspender el pago a sus acreedores. Como en Iberoamérica hace treinta años.

Cara y cruz de la moneda

«Son coincidencias», señala José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi España, quien explica que hay diferencias entre la situación de Grecia hoy y la de los países iberoamericanos entonces. «Pero hay un elemento que las hace totalmente comparables», apunta Rafael Pampillón, del IE Business School: Grecia, como México y sus vecinos en su día, tiene que afrontar su deuda en una moneda que no controla.
Iberoamérica se endeudó en dólares.
El precio de las deudas y los rescates de México, Argentina o Uruguay lo fijaba la Reserva Federal en Washington.
Grecia se maneja en euros; la moneda única es también su moneda nacional, pero es el Banco Central Europeo quien establece su valor. Y su presidente, Jean Claude Trichet, ya ha avisado de que su política monetaria no dependerá de la coyuntura particular de cada país.

Y si la divisa es en ambos casos la gran semejanza y traba, en el caso de Iberoamérica fue también la solución. Tras reestructurar sus deudas, los países iberoamericanos pudieron devaluar sus monedas nacionales y así recuperar competitividad y salir de la crisis con fuerza.
Grecia no cuenta con esa opción: no puede devaluar el euro por su cuenta. Por eso se dice que coquetea con salirse del euro.

Entonces, ¿la única salida posible es la suspensión de pagos? «La reestructuración es una consecuencia, es síntoma de que todas las medidas anteriores fallaron», dice Campuzano, quien cree que «Grecia tiene otras salidas, que son dolorosas y que son difíciles de asumir políticamente».
En otras palabras, una reducción del gasto aún mayor y nuevas subidas de impuestos. «Si no puedes devaluar la moneda, sólo puedes ganar competitividad, crecer y salir de la crisis rebajando costes», dice Pampillón, quien estima que Atenas tendría que reducir un 30% sus costes, incluidos los salarios. «Eso es insoportable», avisa.

La recuperación de Grecia se antoja desgarradora. Los economistas no descartan años de crecimiento económico débil o incluso de estancamiento. Con lo que eso conlleva: menos renta disponible, menos servicios sociales, menos consumo, más paro...

Pero ahora parece tarde. Grecia continúa sin dar señales de vida y los tímidos gestos de las autoridades apuntan a la suspensión de pagos. La incógnita para dirigentes y analistas es cómo saldría el país de esa operación. Al fin y al cabo, dice el sambenito, un economista es un experto que dirá mañana por qué las cosas que predijo ayer no han sucedido hoy.
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